Me aclaró que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí.
Llevaba algún tiempo en ese lugar y sufría de la enfermedad de Alzheimer. Mientras terminaba de vendar la herida, le pregunté si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana.
- No, me dijo, ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi cinco años que no me reconoce.
- Entonces, le pregunté extrañado, ¿y si ya no sabe quién es usted, por qué esa necesidad ir todas las mañanas y de llegar tan puntual?
Me sonrió, y dándome una palmadita en la mano, me dijo: «Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella».
Tuve que contener las lágrimas, y mientras salía pensé: «Ésa es la clase de amor que quiero para mi vida; el verdadero amor no se reduce a lo físico o romántico, el verdadero amor, es la aceptación de todo lo que el otro verdaderamente es, de lo que ha sido, de lo que será, y de lo que ya nunca podrá ser».
-Autor desconosido-
2 comments:
Hola Angelito, por aqui tambien pase amigo, feliz noche, besitos y nos seguimos escribiendo, gracias por la visita.
Buenos días mi querido Angel, hoy he venido a visitar tus dos rinconcitos, esta historia que cuentas aquí es muy conmovedora, gracias por compartirla.
Me hubiese gustado mucho llegar a la vejez con una pareja así, como el señor de la historia, que con ese gran amor, visitaba a su amada sin importarle que ella lo recordara o no, pero Dios tiene un propósito, para todo lo que nos pasa en la vida.
Un abrazo fuerte mi querido amigo, sigo pidiendo mucho a Dios por tu salud.
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